Friday, March 16, 2012

¿Quién te pone el precio, él o tú?

Las cinco mujeres estaban paradas sobre la tarima de madera  que permitía observarlas mejor. Cada una ellas, jóvenes y de mediana edad, había llegado por diferentes motivos a ese lugar. Sus pretensiones eran  pocas: casa, comida, vestido. Quizás, si la suerte las acompañaba, alguien valoraría sus atributos y capacidades,  y tendrían la posibilidad de una vida mejor.



En pocos minutos comenzaría la subasta. En unos instantes más serían vendidas como esclavas.


Jeannette observó que uno de los hombres posó su mirada en ella. Su corazón se aceleró, tal vez sería la elegida, se sintió alagada.  Él puso un precio y se la llevó. 

Pasaron muchos años, cambió la época, el escenario, pero nuevamente la historia se vuelve a repetir:

Las cinco mujeres estaban sentadas en unos taburetes de madera, en un bar de moda. Se las podía observar muy bien. Cada una de ellas, jóvenes y de mediana edad, había llegado por diferentes motivos a ese lugar.

Sus pretensiones eran  pocas: en algunos casos casa, comida, vestidos; en otros, salidas los fines de semana, un compañero para conversar,  sexo. Quizás, si la suerte las acompañaba, alguien valoraría sus atributos y capacidades,  y tendrían la posibilidad de una vida mejor.

Mariela observó que uno de los hombres posó su mirada en ella. Su corazón se aceleró, tal vez sería la elegida, se sintió halagada. Él se acercó, le dijo al oído que era una mujer muy bella, distinta a las otras, que se sentía muy atraído por su cuerpo. Sólo unos minutos de palabras dulces de parte de él bastaron para atraparla. Se fueron juntos.

Y nuevamente fue un hombre el que le puso precio a una mujer.

Está demostrado científicamente que “el  cerebro femenino tiene muchas aptitudes únicas: sobresaliente agilidad mental, habilidad para involucrarse profundamente en la amistad, capacidad casi mágica para leer las caras y el tono de voz, en cuanto a emociones y estados de ánimo, destreza  para desactivar conflictos”. El tema pasa porque, muchas mujeres, no lo saben debido a que los vínculos emocionales y los lazos que establecieron con las  primeras figuras protectoras (y que duran toda la vida) no le mostraron que era valiosas, dignas de ser amadas.

Es por este motivo que la mujer siente que vale poco, que tiene un precio muy bajo y que la mirada de un hombre, o dulces palabras que le diga al oído, la hacen sentir única. Al fin alguien la ve, al fin es reconocida.

Otra  podrá decir:- Pero, con tan poco se conforma?. Si estuvieses desnuda, en el medio de la nieve, y alguien te daría un sweater, lo rechazarías?
Cuál es tu valor? Y esa es una pregunta que tú necesitas responderte; y si la respuesta es: - No valgo nada… o muy poco, busca el motivo de esa desvalorización. Recuerda que, si bien somos seres históricos, protagonistas de una película que comenzaron a contar nuestros ancestros y que nosotras repetimos porque no conocemos otro argumento, también tenemos la posibilidad de apretar el botón de stand- by y revisar si esa es la mujer  que yo elijo ser.

Y si me doy cuenta que esa no es la historia que quiero para mí, podré hacer una declaración de BASTA. La declaración me da la posibilidad de cerrar espacios de limitaciones y generar un nuevo comienzo. Buscaré, a partir de ese momento, acciones que me permitan salir del rol adjudicado.
Y una de esas acciones, quizás pueda ser, que la próxima vez que alguien se me acerque y me diga el libreto que escuché tantas veces,  le responda: "Dime de mí algo que yo no sepa".

Si quieres comunicarte conmigo, escríbeme a bottielisaus@yahoo.com

Foto: Flikr- Laughing Squid

No comments:

Post a Comment