Friday, December 21, 2012

Una historia de amor

Siempre sostengo que: "Los seres más difíciles de amar, son los que más amor necesitan"... a lo que agrego: "Y los más agradecidos cuando reciben amor".


Hace tiempo comencé a llevarle comida a dos hombres que se encuentran en una plaza, cerca de casa. Muchos me dijeron que tuviese cuidado, que podían robarme, qué sabían donde vivo, etc, etc.

Días atrás fui, como tantos días, a darles algo para comer. Los dos me estaban esperando con un ramo de rosas y una tarjeta que decía: Elisa te amamos. Lo habían comprado con la limosna que reciben de los transeúntes. Los tres nos abrazamos emocionados. Yo también los amo, les dije.

El patriarcado

El patriarcado construyó, y sigue construyendo, una realidad en base a mentiras que fueron instaladas en el inconsciente colectivo a modo de verdades: promueve como pareja básica el matrimonio, en lugar de la pareja madre-hijo; reduce la sexualidad femenina al falo; estructura al niño dentro del complejo de Edipo, erradicando desde los inicios la autorregulación corporal.



Miente todo el tiempo haciéndonos creer que si somos sumisas, si aceptamos el control, la manipulación, recibiremos el premio eterno; mientras tanto deberemos vivir con sufrimiento en este valle de lágrimas que es la Tierra.

Darse cuenta es despertar del adormecimiento al que fuimos y somos sometidas (de allí tanto Rivotril) y hacernos cargo de nuestro Poder Personal. Lic. Elisa Botti

Pegarle a un niño

Pegar a un niño es siempre un maltrato de consecuencias graves que a menudo duran toda la vida.


La violencia padecida se almacena en el cuerpo del niño y, más tarde, el adulto la dirigirá hacia otras personas o incluso hacia pueblos enteros, o bien contra sí mismo, lo que le llevará a depresiones o a serias enfermedades, a la drogadicción, al suicidio o a la muerte temprana. Lic Elisa Botti (del libro "El Cuerpo nunca miente" - Alice Miller)

Reflexión

Mis abuelos maternos eran muy humildes. Mi abuelo Valentín, un yugoslavo que dejó su país huyendo de los horrores y la pobreza de la guerra, llegó a Argentina en busca de una vida mejor. Trabajó haciendo enormes sacrificios para construir su casa y mantener a su familia. Mi madre cuenta que en Navidad lo único diferente que había era una sidra y un pan dulce que les regalaba el gobierno de aquel momento. No existían los regalos. El festejo se reducía a estar juntos y compartir un día al que le daban un significado especial, de acuerdo a sus creencias.

Jamás a mi abuelo se le hubiese ocurrido robar para comer o darle de comer a los suyos, a pesar de haber pasado momentos muy difíciles; en sus primeros tiempos de recién llegado, el único alimento que conoció fue el pan. Y lo relataba con orgullo por haber podido sobrevivir a la situación, además de la tristeza de haber dejado a sus padres y a sus hermanos a los que nunca volvió a ver.