Tuesday, April 10, 2012

De víctima a protagonista... otra mirada sobre el cáncer de mama


Hacía 15 años que Irene estaba casada con José. La relación había entrado en una meseta donde sólo se limitaban a saludarse por la mañana, compartir las cenas, mientras miraban televisión y participar de alguna reunión familiar o de amigos los fines de semana. El vínculo que los había unido en un principio, por diferentes razones, ya no estaba.



Una noche, durante la comida él apaga el televisor y le pide hablar. Ella lo mira asombrada y acepta. José le plantea, sin rodeos, que quiere separarse  porque siente que ya no hay amor entre ellos, que se han convertido en buenos amigos.
 

 Si bien  internamente Irene acordaba con el planteo de José, el pensar en quedarse sola, convertirse en una mujer separada, contárselo a su madre que le recriminaría no haber hecho todo lo posible por mantener el hombre a su lado, hizo que entrara en pánico. Reaccionó diciendo que no, que él no podía hacerle eso, que ella había sido una buena mujer. Preguntó si había otra, a lo que José contestó que sí. La respuesta fue como un puñal que sintió en el pecho y le dijo que estaba dispuesta a aceptar lo que sea, pero que no la abandone.

En una semana, José ya se había mudado a un departamento alquilado. Irene, presa de la angustia y la ira, entró en un estado depresivo. A los pocos meses, en un examen médico de rutina, le detectan un bulto en la mama derecha que, luego de algunos estudios, es diagnosticado como cáncer.

Frente a esta situación, Irene tendrá  opciones. Una es seguir el camino tradicional de sacarse el bulto que molesta, ese enemigo que viene a invadir, y declararle la guerra con poderosas armas químicas  que no solo aniquilarán al objeto indeseado sino que  erradicaran todo lo que esté a su alrededor para asegurar  que el enemigo no vuelva a aparecer. Lamentablemente esto, lejos de ser una solución a lo que se presenta como problema, es una respuesta agresiva que sólo logra destruir… por un tiempo, colocando a Irene como espectadora de una historia que se le escapa y que nada puede hacer para retenerla.

Otra opción es que pueda comprender que su biología está expresando la denuncia de lo que ella interpreta como una traición. Lo que le va a permitir salir de la trampa en la que está, será revisar lo que  percibió  como una necesidad  de “no perder el territorio”, por lo que hoy, frente a la pérdida inminente de su esposo, ‘’está poniendo el pecho para hacer frente a la situación”.
Como sostiene la Medicina Psicobiológica y su creador, el Dr. Fernando Callejón: “La vivencia que cada uno haga de lo que le pasa es biológica. La enfermedad, desde la biología, es una ficción”. Si pierdo a mi esposo y enfermo, estoy construyendo una verdad que trasciende la biología.”Empiezo a armar una frase que me lleva a la enfermedad. El dolor que siento lo enlazo a pensamientos, sentimientos y emociones y hago un discurso de la enfermedad”. Ese discurso podría ser: No he sabido defender lo que era mío, nunca lo debí perder, soy una incapaz. Aquí hay una simbiosis entre la indefensión y lo que interpreto como irreparable.

Y allí estará el terapeuta que con su escucha comprometida interpretará las razones que la llevaron a enfermarse, abriéndole  la posibilidad de construir un relato que la ayude a ver lo que le  ocurrió, tal como ella necesita verlo, para curarse. A partir de ese momento se aplicará el acto terapéutico necesario para Irene (no para el cáncer de mama), porque se trata de un ser único, irrepetible, con una historia que la hizo reaccionar de una manera aprendida.

Irene empezará un camino de autoconocimiento y de transformación personal que le permitirá cambiar la historia, comprendiendo que no es el otro el  que la llevó  a enfermarse sino la interpretación de los hechos  de lo que el otro hizo y a los que ella le dio un determinado sentido; un sentido que es producto de los mandatos familiares y generacionales recibidos y que se instalaron en ella para que repita la historia.

Hoy, consciente de esa interpretación, podrá trabajar desde el lenguaje, las emociones y el cuerpo para rediseñarse  y convertirse, por elección, en la mejor versión de ella misma.

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