Monday, June 11, 2012

La frigidez femenina... Un mito

El patriarcado instaló, además del Tabú del Sexo y el Complejo de Edipo, otro concepto de dominación: la Frigidez sexual femenina, el no poder experimentar placer sexual y llegar al orgasmo coital con un hombre, partiendo de la base errónea que la sexualidad normal y natural de una mujer tiene una sola dirección, la que se complementa con el varón.


Pero aquí hay algo que no se está teniendo en cuenta, y es que la mujer no siempre siente el mismo deseo del coito que el varón. Y  me permito reflexionar sobre que si la mujer no desea al varón es porque en ese momento puede desear  otras cosas… o ya no desea a “ese varón”.

Como lo expresé en el post “La sexualidad femenina”,  antes de la llegada del patriarcado,  los juegos y bailes entre mujeres,  danzas del vientre en la infancia, en la adolescencia y en la adultez, autoerotismo, intimidad y complicidad femenina, sexualidad coital y parto orgásmico formaban parte de la sexualidad femenina, que no tenía como única orientación el falo.

Al bloquearse aquellos deseos de la mujer, al mostrarlos como repulsivos y productos de un ser que nace en pecado, se destierra una gran parte de la sexualidad femenina y se le deja una única vía de expresión: el acto sexual con el varón.

Tantos años de sostener esta historia ha hecho que la mujer la crea; y es por eso que, cuando frente a un varón no sienta deseo, la sociedad le dirá que es frígida;  y tendrá dos caminos: aceptar que esa es su realidad y fingir, en el acto sexual, el orgasmo, o acudir a algún especialista para solucionar su supuesto problema… porque todo está tan bien orquestado para que piense que el problema lo tiene ella.

Una tarde llega a mi consultorio Amelia; venía por una contractura recurrente que tenía en las cervicales y le producía fuertes dolores. Empezamos a conversar y le pedí que me cuente cómo estaba constituida su familia; habló de su esposo, con el que vivía y de hijos y nietos.

Le pregunté cómo era la relación con su esposo; contestó que se llevaban bien después de 30 años de casados. Seguí indagando sobre el tema y mostró cierto malhumor hacia él. Le dije si había ocurrido algo que la hubiese hecho sentir mal con respecto de su esposo. Me contó entonces que habían estado en una reunión con amigos y que él había expresado, en un tono despectivo:- Ésta (refiriéndose a ella) nunca tiene ganas, siempre le duele la cabeza… Y vos que dijiste? Pregunté. Nada, contestó. Proseguí… de haber podido decir algo, qué le hubieses contestado?

En ese momento, Amelia, Incorporándose y con un tono de voz inquisidora, señalando con el dedo hacia su invisible acusador, dijo: - Con vos no me pasa nada, con vos me duele la cabeza… tráeme otro hombre y vas a ver como se me  pasa todo! No pude contener la risa frente a esa respuesta tan ocurrente… y tan sentida.

La represión del deseo y el placer en la mujer, la ha llevado al sometimiento y a la desconexión con su naturaleza. Como consecuencia de ello, sostiene una pareja  a la que puede querer  pero con la que ya no siente  deseo, y consecuente placer, de realizar el acto sexual. Y como el deseo no es racional, no habrá terapia que haga que vuelva a sentir lo que en algún momento sintió; y como no puede accionar libremente porque hay 4000 años de historia que la condicionan, reprime las sensaciones, se enoja… y se enferma.

Lo que pretendo dejar claro es que la mujer, hoy, necesita reconocer su sexualidad, disfrutarla, no comprarse la historia de que si no funciona la pareja a nivel sexual, el problema lo tiene ella. Y, una de las opciones para resolver este conflicto,  es buscar juntos el momento en que se perdió el deseo; quizás él dejó de hacer aquellas cosas que la enamoraron en un principio; muchas veces el hombre despliega todo su arsenal para lograr la presa y, una vez que ha cumplido su objetivo, la ingresa a su patrimonio y va en busca de otros objetivos (que no tienen por qué ser otras mujeres).

Quizás ella también dejó de ser la mujer codiciada por él; y pasa a descuidar su imagen, deja de ser contenedora, deja de escuchar.
No olvidemos que la vida en pareja es un invento del patriarcado y que es muy complejo sostener la convivencia.

Pero si luego de que cada uno logre hacerse cargo de lo que les faltó y, si aún generando  las acciones para buscar retomar el vínculo, los resultados no aparecen… necesitaremos comprender  que ya no hay deseo por el otro.
Ni fácil, ni difícil… aceptar  que las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran, es  un acto de valor y dignidad. Poder soltar será el aprendizaje… y esperar a mañana para ver qué trae la marea….

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